Platón (AUTOR)
El banquete, de Platón
Acabé de leer El banquete, de Platón el día de Reyes. Una ironía, quizás, ya que justifica la pederastia, con límites (sofisma), de la antigua cultura griega. Sin embargo es un libro que trata del Amor. Otro sofisma de sexo pederasta homosexual escondido tras amor.
El banquete, de Platón, es indudablemente un libro que hay que leer. He preferido puntuar mi desacuerdo en el primer párrafo para dulcificar el resto del artículo. Los diferentes actores del tradicional debate que tiene lugar tras una comida intervienen exponiendo sus visiones sobre distinto aspectos del Amor.
La primera intervención, que da origen al tema, argumenta sorpresa indignada porque el Amor no era un dios venerado y ensalzado. A partir de este momento los enfoques vale la pena recibirlos del libro. Simplemente recomiendo que atendamos a distintos aspectos que condicionan los discursos, ya que es evidente que el amor es tan grande que un pequeño tratado queda sesgado, casi absurdo.
Algunos condicionantes en El banquete, de Platón
Los comensales, como era propio de su época, personalizan Eros en una deidad, y después con un genio. Así, la argumentación general del personaje de Sócrates respecto a las carencias de dicha personificación Amor, es inocua si pensamos que el amor, en realidad, es una virtud. Sócrates dice que Amor busca la belleza porque no la posee, ya que si la tuviera no la buscaría. Y por eso Amor no tiene belleza, sino que es mísero.
Por otro lado, llama la atención que ninguno de los discursos verse sobre el amor relacionado con la generosidad. Es un amor egoísta, que busca el beneficio propio, sin atisbo de amor real al prójimo. Un amor muy condicionado.
El ¿amor? a los efebos
En El banquete, de Platón, observamos un permanente halago a la belleza, el amor por la belleza. Podría ser noble y virtuosa esta admiración. Sin embargo, aunque distinguen grados de belleza, y por tanto de amor, no nos engañemos, su enfoque es marcadamente interesado, mercantilista, comercial.
Los supuestos maestros sabios y veteranos (nobles ricos) empiezan amando jóvenes efebos, que disfrutaban de sabiduría y otros beneficios a cambio de placeres más o menos confesables. En teoría pasarían después a amar mutuamente la espiritualidad del otro, según ascendieran en el ejercicio del amor. A la mujer la tenían por un ser inferior, y por ello el amor a la mujer no estaba al nivel.
En mi opinión, si los cimientos son corruptos, lo es el edificio.