STUART MILL (AUTOR)
ENSAYO SOBRE LA LIBERTAD DE STUART MILL
La obra Ensayo sobre la libertad de Stuart Mill, un utilitarista inglés del siglo XIX, leída en el siglo XXI provoca colapso general. Aunque es de extensión media, como corresponde a un buen ensayo sobre ética y política, requiere digerirse despacio.
UN IDEAL DEL SIGLO XIX
Mill vive en una Inglaterra industrial, en la que se lucha por todo tipo de derechos frente al abuso habitual. Francia había reivindicado la Libertad frente a nobleza, clero y monarquía. Se olvidaron de buscar la Verdad, y así les fue. Los sustituyó la alta burguesía, masonería, con criterios mucho más ocultos e inteligentes.
Por su parte el Reino Unido, tradicional y con el “escape” de América, sostuvo a la nobleza en su sitio, pero sincretizada con los burgueses.
Los derechos eran una quimera. Niños, mujeres, trabajadores, todos, eran una descarada y abierta parte más del sistema de producción. Bueno, no nos engañemos, igual que hoy en día, aunque hoy engañan mejor.
En este ambiente es precioso leer el Ensayo sobre la libertad de Stuart Mill. Un pensador con ideales, con quien no puedo estar de acuerdo en todo. Sin embargo comparto su visión útil de la libertad del individuo por encima de casi todo. Defiende una ética natural.
Establece claros los límites: Están en el resto de seres, en la sociedad. Aunque lo más interesante es:
Primero: Deja diáfana la frontera de actuación social, política, sobre el individuo. El Estado no debe ser todopoderoso.
Segundo: Pone el dedo en las obligaciones del estado y del individuo, no solo en la libertad. Razonable, pero conviene recordarlo, por desgracia.
Tercero: Advierte contra el capitalismo y contra el comunismo. Dos peligros contra la libertad individual. La mitad del mundo sufrimos uno y la otra mitad el otro. ¡Al final acabaremos todos anarquistas! Lástima de utopía.
MI OPOSICIÓN
Ensayo sobre la libertad de Stuart Mill defiende la diversidad y el error, la individualidad, útiles para los individuos y la sociedad. Los ve parte fundamental de la libertad. Y estoy de acuerdo al cien por cien.
Lo que me parece una exageración es restar valor a la tradición, a una ética sólida y estable fundada en una Verdad trascendente. Creo que el momento que vive y su utilitarismo condicionan las conclusiones. El objetivo de su libertad se cae en el caos si relativizamos las acciones de cada individuo, si casi todo vale. Hoy en día lo sufrimos.
Por supuesto que no es aceptable toda la tradición, pero sí la mayor parte. Despreciarla es olvidar cualquier acierto de nuestros antepasados, olvidar nuestras raíces, desaprender y repetir errores. Cuidado pues con el exceso de progresismo. Nunca se mató más y mejor que en el siglo XX.
Es lógico salvar el error, y defender el derecho a equivocarse, pero no condenemos la existencia de la Verdad y las opciones de encontrarla. Por definición, la Verdad es una, amplia y con todos los matices, pero una. Cualquier cosa es verdad o no lo es, no puede ser y no ser al mismo tiempo.
LA JOYA: SOBRE LA EDUCACIÓN
Es ilustrativo observar la opinión sobre la educación de un liberal progresista del siglo XIX. Un escéptico sobre el capitalismo y el socialismo por las respectivas restricciones que imponen a la libertad individual:
“Si el gobierno se decidiera a exigir para todos los niños una buena educación, se evitaría la preocupación de tener que dársela. Podría dejar que los padres educaran a sus hijos donde y como quisieran, conformándose con ayudarles a pagar los costes de educación de los niños de clases menesterosas, o bien sufragando por completo todos los gastos escolares de quienes no tienen a nadie que los costee. Las objeciones que se suelen oponer con razón a que el Estado se encargue de la educación no van en contra de que el Estado la imponga, sino en contra de que el Estado se encargue de dirigirla, lo que es totalmente distinto. Si toda la educación, o la mayor parte de la educación de un país, se colocara en manos del Estado, yo me opondría a ello como el que más…/… Una educación general dada por el Estado sería una excusa para moldear a las gentes conforme a un patrón y hacerles exactamente iguales; y como el molde en que se les forma es el que más atrae al poder dominante…/…, cuanto más eficaz y poderoso sea este poder, mayor despotismo establecerá sobre el espíritu…
¿Qué más se puede decir? El siglo XXI no ha traído la democracia a occidente, sino su perversión, la demagogia. Es decir, la manipulación y limitación del uso de la libertad individual.