¿Qué estilo literario?
No sé si te lo has planteado, pero digamos que el estilo literario de un autor se ve influenciado por dos grupos de aspectos:
- Las modas o factores externos: Los siglos XX y XXI ha tendido hacia un estilo realista, o hiperrealista, muy dinámico, con frases más bien cortas y enlazadas con palabras de transición que hacen fácil y veloz la lectura. También incorporan muchos diálogos, pocas descripciones, escasa complejidad en los planteamientos de fondo y guiones creativos. Y tanto crean que a menudo se acercan al histrionismo o situaciones ridículas e irreales. El objetivo: Ser divertido, literatura de consumo rápido para que el lector no abandone. La pretensión de esta forma de escribir no va más allá de producir mero pasatiempo.
- Tu estilo natural: Mientras la moda es una influencia externa, tu personalidad y tu espíritu te piden expresar ideas de una forma determinada. Sin embargo se debe aprender de las tendencias y de otros escritores, manteniendo la propia originalidad.
Definir el estilo literario propio.
No es una mala opción intentar definir el estilo literario propio.
La forma de contar una historia o escribir un ensayo es un problema ya antiguo. El propio Vicente Blasco Ibáñez, uno de los novelistas más excelentes que ha existido, se quejaba de que estaba todo inventado en la literatura. Seguro que tenía razón, aunque hay mucho que contar y podemos hacerlo de maneras muy diferentes según sea. Innovar en las formas es cosa de genios.
Para concretar nuestro estilo literario, antes hay que tener claro qué pretendemos al escribir la obra. Reflexionar sobre algunas preguntas al respecto: ¿Escribo para mí o para los demás? ¿Quiero enseñar algo, denunciarlo, desahogarme? ¿Deseo ayudar a otros? ¿Cuánto de mi persona, de mis opiniones, voy a compartir? ¿Prefiero ser directo y claro o insinuante y sutil? ¿Busco una forma erudita, plagada de sinónimos, arcaísmos, volcando mis conocimientos?, ¿o sería mejor ser más sencillo para llegar a más público?
No demuestra más conocimientos sobre una materia quien utiliza vocablos más desconocidos o subordina y coordina más oraciones. Sin embargo es todo un arte lograr el mayor número de objetivos posibles bajo el manto de la belleza del lenguaje y la sintaxis.
Y no olvidemos la máxima: Una cosa es lo que queremos decir, otra lo que decimos, y otra lo que los demás entienden.
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