El loco, de Khalil Gibran

Khalil Gibran (autor)

El loco, de Khalil Gibran, se pasa de loco

Siguiendo la tónica, como acostumbro, de ver un tema desde diferentes perspectivas, vuelvo, ahora con El loco, de Khalil Gibran, al asunto de la falta de cordura. Y donde me pareció que la Locura de Erasmo era de lo más natural y sana, el loco de Gibran me parece inconsistente y contradictorio. 

Ya sé que es un autor ensalzado, alabado y que alguien tachará mi punto de vista de anatema. Lo siento pero es lo que veo, y daré mis razones.

Comparado con otros locos

Tras la Locura de Erasmo, y el Superhombre de Nietzsche, éste es el tercer loco que escucho-leo en poco tiempo. Ya he opinado del de Róterdam, y el de Nietzsche lo leí sólido pero era un loco peligroso y agresivo. El tercer demente, el de Gibran lo observo incoherente, como he dicho, y por tanto, aunque no sea violento, sí que me parece peligroso. Veo que los siglos empeoran la locura de los pensadores.

He leído alguna crítica que percibe en él a Erasmo. En absoluto. Por contra, yo opino que la locura de Erasmo es natural por ser común a toda la humanidad pero el loco, de Khalil Gibran, quiere autodistinguirse, se considera especial respecto a los otros, es impostado.

Otros ven parecidos con el superhombre. Para mí es imposible puesto que el de Nietsche es una sólida columna cimentada, aunque me parece equivocado, mientras que éste tiene muestras ocasionales de sabiduría y también pasajes absurdos; sin dirección.

La locura absoluta

Comienza el loco por ver el sol, la luz, y quitarse las máscaras que nunca más se pondrá. Se supone que recibe un fogonazo de sabiduría, deja la prudencia y el miedo y decide el camino de la verdad. Pero me llama la atención que, igual que los cuerdos, inmediatamente miente a su amigo y opta por el escepticismo, es decir la falta de discernimiento y el consecuente relativismo, y por tanto no ve la Verdad. No conoce la sabiduría. ¿En qué quedamos?

Más aún, su inicio en la locura lo causa el sol, pero afirma ser loco como la noche. Quizás ha sido deslumbrado.

El camino que propone Gibran en la senda del conocimiento, para que le sigamos, claro, consiste en bellos ejemplos. Uno por uno invitan a la reflexión y muchos son empáticos, otros irónicos, e incluso humorísticos. Un disfrute. Sin embargo, en conjunto, cuidado. Su filosofía es que no hay filosofía. Contenta a cualquiera que lo lea, ya que buena parte de los cuentos son interpretables en un sentido y en el opuesto. Esto es, no hay dogma, norma o explicación. Todo vale, lo que significa que sus palabras no contienen conocimiento. La técnica de la historia críptica favorece este resultado. 

Alguien hablará de respeto, apertura, escepticismo, camino personal, conocimiento de la experiencia. Sí, aunque dejémoslo ahí y, por tanto, aceptemos que sus palabras no contienen verdad, sino sólo invitan a buscarla. El problema es que su tono y conclusiones son dogmáticas y normativas. Ya estamos con la contradicción. Es lo parte que no comparto, la religión del siglo XX.

Para leer con detenimiento.

El loco, de Khalil Gibran
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